Praga es ampliamente considerada una de las capitales más bellas de Europa. Esto es sin lugar a dudas cierto, pero si el tiempo lo permite dedicad unos días de vuestras vacaciones a otros lugares de la República Checa.
Es un país fascinante, aún poco conocido (con la exclusión de Praga). Sin embargo, fuera de la capital no faltan castillos de cuento y fortalezas imponentes, importantes museos y teatros, obras maestras de la arquitectura moderna y otros lugares de interés cultural.
No dejéis de visitar Brno, ciudad de leyendas y rarezas, y Pilsen que con sus impresionantes iglesias, calles subterráneas y museos fue declarada Capital Europea de la Cultura.
Algunos lugares de la República Checa están tristemente ligados a la historia, como el campo de concentración de Terezin y la fortaleza de Spielberg. Más suerte tuvo Napoleón que en Austerlitz logró vencer enemigos históricos como Austria y Rusia.
Si queréis sumergiros en la naturaleza podéis disfrutar de un crucero por el río Moldava, el río más largo de la República Checa popularizado por un poema sinfónico del siglo XIX, o podéis recorrer una de las numerosas rutas ciclistas, adecuadas para todos los niveles.
La República Checa es también una visita obligada para los amantes de la cerveza. No tanto porque es el país con mayor consumo per cápita, sino porque aquí se produjo la primera cerveza rubia del mundo: una revolución que ha cambiado radicalmente el mundo de la producción cervecera. Hoy en día se puede visitar la histórica fábrica de cerveza Pilsen Urquell, pero también se puede disfrutar de una burbujeante rubia en una taberna tradicional o en uno de los populares beer garden.
Si no os gusta la cerveza, siempre podéis hacer la ruta del vino en Moravia para descubrir los vinos checos, entre ellos el preciado Ice Wine.
La City Card le permite ahorrar en transporte público y/o entradas a las principales atracciones turísticas.