El templo de la música en Praga es el famoso Teatro Nacional (Národní Divadlo en checo), un suntuoso edificio ricamente decorado, que se ha convertido en un símbolo del renacimiento cultural checo de finales del siglo XIX a principios del siglo XX.
Reconstruido tan sólo dos años después de la inauguración debido a un devastador incendio, el teatro ha resurgido de las cenizas y se ha establecido definitivamente como el mejor escenario de la República Checa.
El repertorio actual oscila desde compositores y autores clásicos como Shakespeare, Tchiakovsky y el checo Smetana hasta genios contemporáneos como Joan Osborne y Philip Glass.
Asistir a una obra de teatro, una ópera lírica o un ballet en los espléndidos espacios de este edificio será uno de los momentos más emocionantes de vuestras vacaciones en Praga, pero si el teatro no es para vosotros os quedaréis boquiabiertos de todas formas por la belleza de esta icónico edificio y su magnífica cúpula dorada.
La mejor manera de apreciar el suntuoso Teatro Nacional de Praga es, por supuesto, asistir a un espectáculo. Sin embargo, si las entradas están agotadas o no hay espectáculos de vuestro interés podéis igualmente admirar la belleza de los interiores del teatro participando en una visita guiada.
Los guías de teatro os conducirán a través de las elegantes salas del teatro, incluyendo algunas que normalmente están cerradas al público, y os contarán la historia de este importantísimo monumento cultural nacional.
El Teatro Nacional de Praga es una obra extraordinaria, un edificio imponente y elegante. Sus decoraciones interiores y exteriores son riquísimas, con abundancia de oro.
Las magníficas salas del Teatro Nacional están adornadas por obras maestras de artistas checos del siglo XIX, incluyendo Mikoláš Aleš, František Ženíšek, Vojtěch Hynais y Josef Václav Myslbek.
Ya en 1844, durante las reuniones de los patriotas checos se abrió camino la idea de construir un edificio que funcionara como teatro nacional y pudiera convertirse en un símbolo de identidad nacional.
Sin embargo tuvieron que esperar hasta 1881 para que este sueño se convirtiera en realidad, gracias a las generosas donaciones de la población checa.
Sólo dos años más tarde se celebraba una segunda inauguración oficial del Teatro Nacional, que sucedió a las obras de reconstrucción necesarias debido a un devastador incendio que destruyó una parte del edificio.
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